Residencia en el centro de Guadalajara, edificio austero por fuera pero muy bonito por dentro, con el exquisito cuidado que las monjas ponen en ello. Un gran jardín central donde se pueden dar largos paseos y algún patio interior digno de admirar. Cocina casera y a juzgar por su olor, muy buena. Se ve todo muy limpio y se respira tranquilidad. Hay una lista de espera de 2 años.